PEQUEÑOS Y HUMILDES, PERO IMPORTANTES

A pesar de que suelen pasar desapercibidos, el éxito biológico y su amplia distribución geográfica y ecológica hacen que los briófitos sean un grupo de seres importantes a varios niveles.

Los briófitos desempeñan decisivas funciones ecológicas. Por su habilidad para colonizar superficies desnudas de vegetación (suelos esqueléticos y pedregosos, paredes y superficies rocosas, cortezas de árboles) son elementos pioneros imprescindibles en la sucesión ecológica. Son por ello algunos de los principales agentes creadores de suelos, y también contribuyen importantemente a su fijación evitando la erosión. Como formadores de los mantillos humíferos, los musgos pleurocarpos participan en el proceso de regeneración de los bosques facilitando la germinación de las plántulas de árboles.

Las estrategias de la economía del agua que han desarrollado los briófitos los convierten en eficientes captadores de humedad y almacenadores de agua. Los esfagnos que forman las grandes turberas de países como Escocia y que viven junto con otros briófitos en los pequeños humedales que se forman en los nacederos de nuestras montañas, garantizan el suministro de agua de calidad y de caudales a los cursos de agua que tras ellos se generan. La gran capacidad para retener agua los convierten también en vitales reguladores hidrológicos, garantizando aportes continuos así como control de crecidas y avenidas dañinas. Debemos considerar a la vegetación muscinal como una esponja viviente y como embalses naturales, capaz de almacenar asombrosas cantidades de agua, como los 50.000 litros por hectárea que los briófitos retienen en los bosques neblinosos de las montañas tropicales.

También para la vida animal son importantes los briófitos. Los frondosos tapices muscinales que los musgos pleurocarpos pueden llegar a formar cobijan una insospechada multitud de invertebrados fundamentales en la biología del suelo (hasta 10.000 gusanos y artrópodos pueden convivir en un metro cuadrado del musgo que hay sobre el suelo de un bosque templado). Los hialocistos de los esfagnos y los sacos acuíferos de las hepáticas Jungermanniales albergan rotíferos, protozoos y otras formas de vida microscópica. Esta fauna invertebrada es básica para la supervivencia durante el invierno de las aves de nuestros bosques. Pero no sólo los briófitos contribuyen de alguna forma a proporcionar alimento a los vertebrados, sino que también aportan materiales para la construcción de sus refugios y el confort de sus vidas, como los más de cincuenta pájaros de Europa que utilizan musgo para construir sus nidos.

También el hombre ha usado los briófitos para diversos propósitos y desde antiguo. Las propiedades absorbentes y antisépticas de los esfagnos los convirtieron en un importante recurso para hacer vendajes en tiempos de guerra y la turba de esfagno es un sustrato estupendo para la jardinería y horticultura bajo invernadero. Quizás lo más extendido ha sido su uso como aislante y material de relleno y acolchado. Por ejemplo, la momia de Ötzi, el “Hombre del Hielo” descubierto en los Alpes en 1991 contenía fragmentos de 30 musgos y hepáticas, presumiblemente usados como parte de su vestimenta y para envolver comida. Son bastante numerosas las pruebas que los musgos han sido muy utilizados en Europa para calafatear embarcaciones, desde la Edad del Bronce hasta el siglo XIX, pero sobre todo en la Edad Media. Incluso en España han sido usados con este fin, como lo testimonian los ocho musgos que, empastados en algún tipo de resina, estaban adheridos al maderamen de una nave que estuvo destinada al tráfico de mineral de hierro durante el siglo XV y hallada en la ría de Gernika (Vizcaya).

Asimismo los musgos han dejado su impronta en la cultura y costumbres de las sociedades humanas. Todos conocemos el uso ornamental de los musgos durante la Navidad y como elemento tradicional para los belenes. Pero hay además festividades que no pueden concebirse sin ellos, como el Corpus Christi de Béjar (Salamanca) en el que unos hombres totalmente cubiertos de musgo rememoran el hecho histórico de la conquista de la toma de esta ciudad por los cristianos en la Edad Media.

Los briófitos también nos ayudan en estos momentos de crisis ecológica. Debido a que muchas especies de musgos y hepáticas son muy exigentes en sus requerimientos ecológicos y tienen estrategias de vida muy exclusivas, son buenos indicadores de determinados parámetros ambientales y del grado de calidad y madurez ecológica de ciertos ecosistemas. Por ejemplo, el desarrollo de las comunidades lignícolas y epifíticas señalan la naturalidad de nuestros bosques y el grado de intervención y explotación que sufren.